sábado, 9 de febrero de 2013

Infancia - María A. Mónaco



La luna salía de su cáscara sin miedos
y un carretel de estrellas
tomaba su lugar en el gran techo.
Debajo, nuestros pies de niños,
en la rústica alfombra de gramíneas,
ansiosos, buscaban el halo de luz
que proyectaba cada astro.
Hace un cuarto de mi vida, varios años,
algunos rememoro, otros se han perdido
en la antesala del pasado.
Hoy, es el brillo de la ausencia
(¿los seres que se han ido aún nos hablan?)
el que encuentro en el cielo oscurecido.
Una conexión premonitoria.
Nadie mas que tú, nenito mío,
con tus cuatro años de inocencia
me pregunta si mirando las estrellas
hemos de pedir un deseo,
ése que solo ha de cumplirse cuando el sol del nuevo día
se lleve las palabras.
María Andrea Mónaco